Yuncaipara es uno de los anexos del distrito de
Madeán. Se halla asentada sobre una amplia falda de terreno. Se inicia en el
río “Auquichanka” y se prolonga por las cumbres de cerros ennegrecidos por el
sol: Vizcaya y “Chunapata”; siguiendo la margen del río hasta “Qanchilla”,
propiedad de los grandes pastizales de los herederos de Segundo Meneses, que
hace años fue uno de los grandes terratenientes de la zona, dueño de miles de
cabeza de ovino y cientos de vacas y mulos que pacían sosegadamente en “Chacuy”,
“Pallqacancha” y otros lugares. Sus herederos tratan de mantenerlos, pero
deficientemente por falta de orientación técnica y preparación.
Yo creo que Yuncaipara merece todos los
apelativos y muchos más. Es despensa, porque se cultiva toda clase de plantas
alimenticias y se crían animales que se consume en Madeán y otros pueblos
importantes. Y es jardín y es edén porque, saliendo del distrito por el camino
que conduce a los pueblos de Ortigal y Tayamarca nos encontramos con un paisaje
hermoso e incomparable belleza que no existe en ninguno de los pueblos de la
zona sur de Yauyos. Está también la laguna de Cochapampa encerrada entre las
enhiestas cumbres de “Allqamarca”, “Wankamarca” y “Llacsacancha”.
Después de diez minutos de caminata se llega a
la cumbre del cerro “Wankamarca”, para divisar todo el panorama. Se desciende
por un camino hasta encontrarse con la carretea que une Madeán con Ortigal y La
Florida. Allí comienza el barrio de Yuncaipara que por su arrobador paisaje es
el poblado más romántico de toda la zona. Sus casas diseminadas a lo largo de
dos kilómetros y medio, por debajo y encima de dos anchurosos caminos: primero
se dirige a Tayamarca y el otro a Ortigal. El camino superior cruza el paraje
de Acho, Janchilla, Clavelpata donde se inicia la subida hacia Tayamarca.
Sus ubérrimas tierras, arropadas por un
incomparable clima y fecundadas por dos benéficas vertientes, propicias para el
cultivo de cereales, legumbres, verduras, tubérculos, además de frutos
silvestres igualmente deliciosos: el mito, tuna, umpullo, capulí, antailuma y
el shoqonpe. Sus alfalfares dan un verdor permanente, donde se alimenta
tranquilamente el ganado que ha de proveer de leche y carne a muchas familias
de la ciudad. En la margen derecha del rió “Auquichanka”, la ladera sube
abruptamente en sucesivos andenes a las cumbres de “Llacsacancha; y a la
izquierda, el terreno baja en suaves estrados que van a morir en las orillas de
“Chaca” y “Tacul” cerca del río grande.
Todo el panorama está flanqueado por casas y
parcelas de terreno, el camino carretero es llano hasta el lugar denominado
Antatanga y de allí al puente de cemento que cruza el río. Asciende la vía
culebreando siguiendo las márgenes del río “Ispachi” con dirección a La Florida
y de allí a Huancayo.
Por encima del camino principal, se dirige a
Tayamarca y debajo de la acequia, está el local municipal, en la lomada está la
ermita donde se rinde culto a la Cruz de Yuncaipara. Según la tradición, en la
cima de esta mole tuvo su palacio el Cacique de Huachaca, que probablemente
eligió el lugar por motivos de defensa y de contemplación, ya que desde allí se
apreciar un amplio panorama en un ángulo de trescientos sesenta grados, y a
varios kilómetros a la redonda. Realmente, es un lugar como para ponerse a
soñar, extasiado por la belleza de los alrededores y la quietud del lugar.
Es indudable, que las bondades de estos
románticos parajes han influido en la idiosincrasia de los yuncaiparinos, que
se distinguen por ser sencillos, emprendedores, amigables, hospitalarios,
pacíficos y muy comunicativos. Semejantes a sus vecinos de Vizcaya, son
trabajadores que se dedican a la agricultura y ganadería de menor escala. El
forastero que viene de los pueblos de Huangáscar, La Florida o de Viñac,
después de cruzar las cálidas orillas del río, continuará por la escabrosa y
empinada senda hasta llegar a Parionilla, en donde encontrará, con toda
seguridad, el descanso para su fatigado cuerpo y de sus caballerías. Con sus
energías renovadas proseguirá su peregrinaje hasta su destino.
En este barrio tiene lugar la fiesta de la Cruz
que se celebra el 10 de mayo. En esta bella campiña se congregan ciento de
feligreses que llegan a pedir sus bendiciones, ávidos de encontrar amor y
amistad. Ciudadanos de Viñac, Madeán, llegan a beber el agua del manantial del
famoso “Negro Puquio”. Con motivo de la festividad se convierte en un punto de
encuentro de los amigos provenientes de Ortigal, Florida, Viñac, Tayamarca,
Vizcaya y de San Pedro de Huacarpana. Quienes vivimos nuestra juventud en Madeán
no pudimos sustraernos a la expectativa de concurrir a esta festividad, de
sentirnos contentos y emocionados durante la fiesta, de saborear sus exquisitas
comidas típicas, de alegrarnos en sus bailes populares.
Al rememorar esta Festividad queremos rendir
nuestro homenaje al barrio de Yuncaipara, augurándole que siga alcanzando el
progreso que han propuesto sus hijos. Conocemos de cerca la preocupación de sus
autoridades, maestros, ciudadanos que viven entrañablemente aferrados al
terruño y de los que luchan por él aun estando en ciudades lejanas. Para todos
ellos, va nuestro recuerdo y nuestro fraternal saludo.
Un recuerdo especial para los primeros
habitantes de este barrio: Segundo Meneses, Mariano Chinchón Ramos, Gaspar
Odría y sus hijos los Hermanos: Candelario, Fermín y Carlos Odría, Ramón Huari
Leyva, Juan Bautista Leyva, Catalino Meneses y esposa Jacoba Álvarez, etc.
Por: Manuel Madueño Ramos
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